El Santuario del Agua de la Virgen.

El Santuario del Agua de la Virgen es un sitio de veneración católica a la advocación de la Virgen de Torcoroma ubicado en Ocaña, Norte de Santander. Por su trascendencia histórica y cultural para la ciudad de Ocaña y el departamento, el gobierno colombiano lo catalogó como Monumento Nacional el 26 de noviembre de 1984.

La santa aparición aconteció el 16 de agosto de 1711. Por aquel entonces habitaban en las Montañas de Torcoroma en la región de Ocaña, una familia campesina dedicada principalmente al cultivo de caña con el cual fabricaban dulces. La familia estaba conformada por el señor Don Cristóbal Melo, su esposa Pascuala Rodríguez y sus dos hijos, José y Felipe. Según atestiguan sus contemporáneos, los Melo-Rodríguez eran personas de buenas costumbres y de vida consagrada a la fe cristiana. La mañana del 15 de agosto Don Cristóbal envió a sus hijos a talar un árbol que contara con una madera lo suficientemente buena para tallar la caja o "canoa" con la que fabricaba sus dulces. Los jóvenes se internaron en la montaña y a medida que se adentraban a la espesura del bosque iban marcando los robles que se adecuaban a su propósito. Hasta que encontraron uno que era "portento", y pese a que era verano, poseía unas fragantes flores encarnadas. Era tal su perfume y porte que desde lejos se podía percibir su presencia. Entusiasmados con el gran hallazgo, procedieron a talar el árbol. Dada la complicada ubicación del mismo, al cortar su base, la parte principal cayó hacia un barranco. Atardecía y los muchachos resolvieron regresar a casa y comentar el suceso a su padre. Al día siguiente reiniciaron su búsqueda por el árbol apropiado, pero no dando con ninguno que se adecuara a sus fines, determinaron utilizar el ya talado y se dirigieron al lugar donde había caído. Comenzaron a tallar allí mismo la "canoa" y a poco de dar los primeros hachazos, brotó una luz tan intensa que alcanzó a iluminar el frondoso bosque. Al percatare de lo que yacía en medio de las astillas del tronco, el padre sin meditar un segundo, metió las manos en donde su hijo se disponía a dar el próximo hachazo, deteniéndole de golpe. El padre y sus hijos quedaron atónitos al apreciar en el corazón de dicho tronco, la imagen de la Virgen, con las manos juntas y puestas sobre el pecho, con acción del rostro "como dirigido al cielo", y la cual despedía de sí no sólo una gran luz, sino el aromático olor de todo el árbol. 



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